MADRID//
Expone datos de estudios, experimentos y testimonios en primera
persona, datados incluso hace más de 20 años. Ángeles Maestro
(Valladolid, 1952) habla de medicina con la fluidez que aporta llevar
toda la vida en contacto con el sector. Especialista
en salud pública, Ángeles -más conocida como Nines-, pone sobre la mesa
algunos de los temas más escabrosos que rodean a la privatización de la
sanidad madrileña. La que fuera diputada por IU durante casi diez años
es miembro de la Coordinadora Antiprivatización de la Sanidad Madrileña
casi antes de que naciese la plataforma, pues en los noventa junto a un
grupo de compañeros ya luchaba “en contra la de Ley 15/97 de nuevas
formas de gestión”. ¿Se ha hecho desde el 2008 un trasvase de personal y pacientes de lo público a lo privado? Descaradamente. Con la inauguración de los siete hospitales de
gestión privada en la Comunidad de Madrid (CAM) se pone en marcha ese
trasvase. Se empieza por trasladar 5.000 profesionales y abrir 2.000
camas, mientras se cerraban camas en el Hospital de La Paz o en el Ramón
Cajal. ¿Qué papel juegan los call center en el trasvase de pacientes? Es algo muy grave. Desde esta centralita, pagada por la CAM, se
gestionan las consultas especializadas y los ingresos programados a
hospitales. Es una empresa privada que sistemáticamente deriva pacientes
rentables a lo privado y está mintiendo sobre los tiempos de espera. ¿Exageran los plazos? Conozco cada vez más gente que le dicen que van a tardar tres meses
en operarle de una rodilla en el Hospital de la Princesa, por ejemplo.
El paciente elige esperar porque prefiere que le operen en la sanidad
pública, pero lo acaban llamando a los quince días, lo que evidencia que
el plazo de espera no era real. ¿Se juega con el miedo? Sí, se aprovechan. Ahora que habla del Hospital de La Princesa, ¿por qué cree que se propuso transformarlo en un geriátrico? Por dinero. Actualmente los pacientes no rentables de la privada,
bajo cuerda, son atendidos por la sanidad pública. Lo que se intentó
hacer con La Princesa fue sacar ese procedimiento a la luz pública:
hacer un centro geriátrico con pacientes pluripatológicos no rentables y
que eso lo asumiese la sanidad pública. Es decir, para la sanidad
privada, los pacientes rentables. ¿Qué entendemos por un paciente rentable? Un usuario joven con una sola patología. ¿Cuál cree que será el siguiente paso en la privatización de la sanidad madrileña? Echar a los 5.000 profesionales que se contrataron para los
hospitales de gestión privada y hacer plantillas nuevas. Seguramente
recontraten a esas personas con otro tipo de contrato y condiciones. La
privatización conlleva la degradación de la profesión. Ahora ya hay
personal sanitario contratado solo para hacer guardias. Por ejemplo, en
la Fundación de Alcorcón se está contratando a gente solo las dos horas
que dura la extracción de sangre. ¿Prima engrosar la factura del paciente privado a criterios médicos? Por supuesto. Los profesionales privados no son libres, son
‘médicos-tragaperras’. Tienen un contrato precario, no tienen
estabilidad laboral y una parte importante del salario está vinculado al
ahorro, a que el médico ahorre en la selección de pacientes o dando
altas precoces. ¿Cómo se seleccionan los pacientes? Yo conocí a una profesional que trabajaba en un hospital del País
Valenciano que me aseguró que en urgencias se seguía un método de
priorización de pacientes diferente al protocolo que se sigue en la
pública. Los colores rojo, naranja y verde no corresponden a la gravedad
del paciente. Rojo es un usuario con seguro privado, naranja uno de
fuera del área sanitaria de ese hospital (que la Comunidad paga como
extra) y verde es el usuario que acude a su hospital asignado. Esos
colores marcan en orden para ser atendidos, independientemente del
motivo que les haya llevado a cada uno a la puerta de urgencias. ¿Existe una relación directa entre el tiempo de atención y la sobre-medicación? Cuando hay poco tiempo para reconocer a un paciente, aumenta el gasto farmacéutico. ¿Se podría ahorrar en el presupuesto sanitario reduciendo ese gasto? Sin duda. Yo estuve casi diez años en el Parlamento y en cada
legislatura hice la propuesta de que se adaptase la dosis al
tratamiento, que se vendiese en frascos o por pastillas. No es lógico
que una sanidad pública que no tiene recursos le regale a las farmacias
unos beneficios del 30% o el 40%. ¿Están cerrando las farmacéuticas la puerta a otro tipo de tratamientos? Absolutamente. La industria farmacéutica controla la formación
médica, desde las facultades a la investigación y la comercialización.
No hay ningún congreso de alguna especialidad que no esté financiado al
100% por la industria farmacéutica. Así luego presionan económicamente a
los gobiernos y a los médicos para que receten determinados productos. ¿Es el momento de que el sector sanitario haga autocrítica? Creo que es la hora de acabar con la deshumanización del paciente.
Hablar con el enfermo y conocer su entorno y antecedentes, pero para eso
se necesita tiempo de asistencia, recursos y formación de los
profesionales.
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