miércoles, 21 de noviembre de 2012

Dos artículos reconfortantes:

Dos artículos reconfortantes:
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> Puntadas sin hilo Arturo González
> Batas blancas no ofenden
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> 19 nov 2012
> Pocas manifestaciones habrán suscitado tanta comprensión, simpatía y apoyo como la celebrada ayer en Madrid por médicos, personal de todas las escalas de la sanidad y ciudadanos particulares, enfermos o no. La gente les aplaudía desde los balcones y los automovilistas bloqueados hacían sonar sus claxon, por una vez no cabreados y animándoles. Hasta la policía estuvo prácticamente ausente, sabedora de que se respetaría el civismo. Madrid se cubrió de blanco contra la ignominia del negocio político de la salud. Estos dirigentes y estos mercaderes no tienen escrúpulos. Venden y traspasan los hospitales como si fueran supermercados o grandes almacenes de productos de consumo. Es la parte más sucia e innoble del capitalismo al precio que sea. Juegan con los enfermos como si fueran muñecos de marionetas. Estos gánsteres trapisondistas simplemente no los respetan.
> Cierto que la medicina pública tiene serios problemas de gasto, sostenimiento y deficiente gestión. Pero lo procedente política y humanamente será estudiarlos a fondo y proponer soluciones para corregirlos, pero no, nunca, deshacerse del asunto dando entrada a la voracidad mercantil. Tal vez el gasto es insostenible. Pues habrá que racionalizarlo y adecuarlo a lo necesario. Cierto también que el gasto farmacéutico está sobrepasado de lo deseable y correcto. Pues habrá que reconducirlo, y obligar a las empresas a moderar su codicia, sin ampararse en la disculpa total de la necesidad de la investigación. El gasto en quimioterapia y sida es gravosísimo. Pero imagino que no habrá malnacido que se oponga a ellos, y que además la sanidad privada no cubre.
> Cierto que a los ciudadanos se les ha malacostumbrado y para cualquier mínima dolencia los médicos se cubren con todo tipo de pruebas exhaustivas y costosas, en la medicina pública, que no tanto en la privada al menos de forma gratuita, para evitar la responsabilidad civil, cuando no penal, que se ha implantado como moda al uso estadounidense. Cierto que se abusa en acudir al médico y a las urgencias. Cierto que los médicos hacen rueda hacia especialistas numerosos que definan con precisión la dolencia.
> Pero cierto también que los médicos y el resto de personal sanitario está retribuido de modo muy normalito. Y, sobre todo, cierto que si usted tiene una dolencia grave o repentina será muchísimo mejor atendido en cualquier hospital público y a cualquier hora y día o noche. Sus cuadros médicos son muchísimo más completos que los de cualquier clínica privada, y los aparatos de que disponen son de ultimísima generación. Y a la hora de la verdad da igual dormir o morir en una habitación individual que compartida.
> Este estudio-informe completísimo es necesario, pues, para poder rebatir con la fuerza de la razón y de la ciencia las insidias y acusaciones de políticos y mercaderes. Planteemos una reestructuración seria, antes de la solución fácil, comercial y miserable de la privatización. Cualquier tonto entiende que quien entra en una privatización es para ganar dinero, aunque la prótesis de cadera que le pongan sea de peor calidad. > Por eso las batas blancas de ayer han sido la más lúcida muestra de invitación al diálogo serio, han sido la más hermosa y serena reclamación de la defensa del más sagrado bien, como es la salud, y sin distinciones ideológicas entre los manifestantes. Esas batas blancas sin ofensa han sido hospitales ambulantes, han sido, por mucho que ya lo hayan escrito todos los poetas del mundo, palomas de concordia. Escúchenlas, escúchenles. Antes de las huelgas anunciadas, en las que, no lo duden, los médicos y resto de personal no dejarán de atender a quienes lo precisen. Pero luchando por lo que les hace y nos hace más humanos.
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> http://blogs.publico.es/davidtorres/2012/11/19/operese-usted-mismo/
> Punto de FisiónDavid Torres
> Opérese usted mismo
> 19 nov 2012
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> Que no cunda el pánico. Están desmantelando hospitales públicos, mandando laboratorios al desguace y despidiendo a personal médico cuyo coste hemos pagado religiosamente sólo para garantizar la mejora y la calidad del servicio. Lo ha dicho el consejero madrileño de Sanidad, Javier Fernández-Lasquetty en una hilarante rueda de prensa donde sólo le ha faltado extirparse el apéndice en vivo y en directo para demostrar que somos unos quejicas, que, con tres episodios de House y un sencillo curso de primeros auxilios, cualquier patriota está preparado para realizar su propio diagnóstico.

> De hecho, todos los españoles guardamos en el botiquín un verdadero arsenal farmacéutico. Esas dos cajas de aspirinas de más sumadas a las visitas innecesarias al galeno, dan como resultado el descojone exacto de las cuentas públicas. A los españoles siempre nos han regañado por automedicarnos pero ahora que se ha dado la vuelta a la tortilla, la autoridad nos asegura que no nos recetamos lo suficiente, que deberíamos meternos más pastillas y, sobre todo, más supositorios, visto que tragamos con todo y por todos los orificios. Habrá víctimas mortales, es verdad, pero en la nueva contabilidad hospitalaria cada muerto es un éxito seguro.
> Ya lo hemos dicho aunque quizá no bastante alto: la Sanidad española es un negocio deficitario porque hay demasiados profesionales y demasiado buenos, y además los pacientes no se mueren lo bastante deprisa. Hay gente pesadísima que ocupa una cama de hospital durante meses indecisa entre la defunción y el alta definitiva; hay desconsiderados que siguen yendo a diálisis como si fuesen a vivir para siempre; hay enfermos de cáncer que están repitiendo dosis de quimioterapia sin pensar, los muy egoístas, que con el dinero que malgastamos en su agonía unos cuantos filántropos podrían construirnos otro aeropuerto en Ciudad Real para hacer juego con el viejo y otro en Castellón por si los nietecitos de Fabra se aburren de pasear por el del abuelo.
> Cuando no quede ni un triste médico de pueblo disponible y todo el personal sanitario del país haya emigrado al extranjero o trabaje para la sanidad privada, en serias y solventes empresas familiares, entonces el negocio de la salud en España será perfecto y las cuentas estarán por fin cuadradas. Cuadradas en cajas de pino, como aquel estanquero previsor que montó una funeraria al lado del estanco y que cuando perdía un cliente ganaba otro. Creíamos que lo que nos descontaban del sueldo era por la salud y resulta que nos estábamos pagando el entierro. Desde esta perspectiva fúnebre se entienden mucho mejor la mantilla de luto de Cospedal, la pinta de sepultureros que gastan de Mariano a Wert y las siglas de la Seguridad Social, que por algo son S.S.

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