Dos artículos reconfortantes:
>
> Puntadas sin hilo Arturo González
> Batas blancas no ofenden
>
> 19 nov 2012
> Pocas manifestaciones habrán suscitado tanta comprensión, simpatía y
apoyo como la celebrada ayer en Madrid por médicos, personal de todas
las escalas de la sanidad y ciudadanos particulares, enfermos o no. La
gente les aplaudía desde los balcones y los automovilistas
bloqueados hacían sonar sus claxon, por una vez no cabreados y
animándoles. Hasta la policía estuvo prácticamente ausente, sabedora de
que se respetaría el civismo. Madrid se cubrió de blanco contra la
ignominia del negocio político de la salud. Estos dirigentes
y estos mercaderes no tienen escrúpulos. Venden y traspasan los
hospitales como si fueran supermercados o grandes almacenes de productos
de consumo. Es la parte más sucia e innoble del capitalismo al precio
que sea. Juegan con los enfermos como si fueran muñecos
de marionetas. Estos gánsteres trapisondistas simplemente no los
respetan.
> Cierto que la medicina pública tiene serios problemas de gasto,
sostenimiento y deficiente gestión. Pero lo procedente política y
humanamente será estudiarlos a fondo y proponer soluciones para
corregirlos, pero no, nunca, deshacerse del asunto dando entrada
a la voracidad mercantil. Tal vez el gasto es insostenible. Pues habrá
que racionalizarlo y adecuarlo a lo necesario. Cierto también que el
gasto farmacéutico está sobrepasado de lo deseable y correcto. Pues
habrá que reconducirlo, y obligar a las empresas
a moderar su codicia, sin ampararse en la disculpa total de la
necesidad de la investigación. El gasto en quimioterapia y sida es
gravosísimo. Pero imagino que no habrá malnacido que se oponga a ellos, y
que además la sanidad privada no cubre.
> Cierto que a los ciudadanos se les ha malacostumbrado y para
cualquier mínima dolencia los médicos se cubren con todo tipo de pruebas
exhaustivas y costosas, en la medicina pública, que no tanto en la
privada al menos de forma gratuita, para evitar la responsabilidad
civil, cuando no penal, que se ha implantado como moda al uso
estadounidense. Cierto que se abusa en acudir al médico y a las
urgencias. Cierto que los médicos hacen rueda hacia especialistas
numerosos que definan con precisión la dolencia.
> Pero cierto también que los médicos y el resto de personal
sanitario está retribuido de modo muy normalito. Y, sobre todo, cierto
que si usted tiene una dolencia grave o repentina será muchísimo mejor
atendido en cualquier hospital público y a cualquier hora
y día o noche. Sus cuadros médicos son muchísimo más completos que los
de cualquier clínica privada, y los aparatos de que disponen son de
ultimísima generación. Y a la hora de la verdad da igual dormir o morir
en una habitación individual que compartida.
> Este estudio-informe completísimo es necesario, pues, para poder
rebatir con la fuerza de la razón y de la ciencia las insidias y
acusaciones de políticos y mercaderes. Planteemos una reestructuración
seria, antes de la solución fácil, comercial y miserable
de la privatización. Cualquier tonto entiende que quien entra en una
privatización es para ganar dinero, aunque la prótesis de cadera que le
pongan sea de peor calidad.
> Por eso las batas blancas de ayer han sido la más lúcida muestra de
invitación al diálogo serio, han sido la más hermosa y serena
reclamación de la defensa del más sagrado bien, como es la salud, y sin
distinciones ideológicas entre los manifestantes. Esas
batas blancas sin ofensa han sido hospitales ambulantes, han sido, por
mucho que ya lo hayan escrito todos los poetas del mundo, palomas de
concordia. Escúchenlas, escúchenles. Antes de las huelgas anunciadas, en
las que, no lo duden, los médicos y resto de
personal no dejarán de atender a quienes lo precisen. Pero luchando por
lo que les hace y nos hace más humanos.
>
> http://blogs.publico.es/davidtorres/2012/11/19/operese-usted-mismo/
> Punto de FisiónDavid Torres
> Opérese usted mismo
> 19 nov 2012
>
> Que no cunda el pánico. Están desmantelando hospitales públicos,
mandando laboratorios al desguace y despidiendo a personal médico cuyo
coste hemos pagado religiosamente sólo para garantizar la mejora y la
calidad del servicio. Lo ha dicho el consejero madrileño
de Sanidad, Javier Fernández-Lasquetty en una hilarante rueda de prensa
donde sólo le ha faltado extirparse el apéndice en vivo y en directo
para demostrar que somos unos quejicas, que, con tres episodios de House
y un sencillo curso de primeros auxilios,
cualquier patriota está preparado para realizar su propio diagnóstico.
> De hecho, todos los españoles guardamos en el botiquín un verdadero
arsenal farmacéutico. Esas dos cajas de aspirinas de más sumadas a las
visitas innecesarias al galeno, dan como resultado el descojone exacto
de las cuentas públicas. A los españoles siempre
nos han regañado por automedicarnos pero ahora que se ha dado la vuelta
a la tortilla, la autoridad nos asegura que no nos recetamos lo
suficiente, que deberíamos meternos más pastillas y, sobre todo, más
supositorios, visto que tragamos con todo y por todos
los orificios. Habrá víctimas mortales, es verdad, pero en la nueva
contabilidad hospitalaria cada muerto es un éxito seguro.
> Ya lo hemos dicho aunque quizá no bastante alto: la Sanidad
española es un negocio deficitario porque hay demasiados profesionales y
demasiado buenos, y además los pacientes no se mueren lo bastante
deprisa. Hay gente pesadísima que ocupa una cama de hospital
durante meses indecisa entre la defunción y el alta definitiva; hay
desconsiderados que siguen yendo a diálisis como si fuesen a vivir para
siempre; hay enfermos de cáncer que están repitiendo dosis de
quimioterapia sin pensar, los muy egoístas, que con el
dinero que malgastamos en su agonía unos cuantos filántropos podrían
construirnos otro aeropuerto en Ciudad Real para hacer juego con el
viejo y otro en Castellón por si los nietecitos de Fabra se aburren de
pasear por el del abuelo.
> Cuando no quede ni un triste médico de pueblo disponible y todo el
personal sanitario del país haya emigrado al extranjero o trabaje para
la sanidad privada, en serias y solventes empresas familiares, entonces
el negocio de la salud en España será perfecto
y las cuentas estarán por fin cuadradas. Cuadradas en cajas de pino,
como aquel estanquero previsor que montó una funeraria al lado del
estanco y que cuando perdía un cliente ganaba otro. Creíamos que lo que
nos descontaban del sueldo era por la salud y resulta
que nos estábamos pagando el entierro. Desde esta perspectiva fúnebre
se entienden mucho mejor la mantilla de luto de Cospedal, la pinta de
sepultureros que gastan de Mariano a Wert y las siglas de la Seguridad
Social, que por algo son S.S.
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