Este escrito es de otro compañero pero lo suscribo plenamente:
Una palabra tuya bastará para sanarme: DE NEPTUNO A SOL:
Ayer, cuando saqué la bata de una bolsa de plástico y me la puse, en medio de la calle, me dí cuenta de que no la llevaba en un ámbito no la llevaba en un ámbito no profesional desde la última vez que me emborraché en las fiestas de la facultad.
En el trayecto del metro me habían entrado varias
arcadas de llanto. El alma también tiene sus sensaciones nauseosas. Había visto
primero, en el transbordo, a una mujer bien entrada en años que doblaba su bata
cuidadosamente, a su vez colgada ésta de su antebrazo, que hacía las veces de
perchero. Creo que era administrativa, porque las batas administrativas tienen
una tela muy blanca, fuerte y opaca.
El hecho de haber reconocido a esta compañera entre
la anónima muchedumbre de Madrid hizo que no pudiera dejar de evaluar a cada uno
que me parecía un potencial asistente a la manifestación. Me iba fijando en cada
detalle para ver si algo le delataba. Miraba a sus pertenencias colgantes,
porque suponía que alguna de ellas debía contener la
bata.
Detecté a otros huelguistas a través de las bolsas
de plástico que llevaban de la mano, que dejaban (entre)ver sus atuendos
profesionales. Recordé aquella escena, de las fiestas de la facultad también, en
las que uno se bebía una litrona camuflada en una bolsa de plástico (que dejaba
perfectamente adivinar su contenido) con el objeto de pasar
desapercibido.
Durante el trayecto de Neptuno a Sol viajé desde la
adolescencia a la juventud. Desde las fiestas de la facultad a la cruda
realidad. Ayer bebía calimocho y hoy defendía la Sanidad Pública. Ayer llevaba
la bata manchada de vino y hoy la llevaba manchada de
sangre.
Me encontré a gente de la facultad, de la
preparación al examen MIR, de la residencia. A enfermeras, auxiliares y
celadoras. De Atención Primaria y del hospital. Vi a alguna otra gente y no me
atreví a saludarla. Me quedé cortado porque nunca esperé que fueran a asistir a
una manifestación de estas características. Nunca me esperé que fueran a estar
contra la política sanitaria de este Gobierno Regional. Pero parecía que no sólo
lo estaban, sino que además estaban dispuestos a asistir a una protesta en
contra del Plan.
Hablé con algunas personas, cercanas. Me dijeron
que creían que no íbamos a conseguir nada, que el Gobierno Regional no iba a
retroceder en sus intenciones por nada del mundo, hiciésemos lo que
hiciésemos.
Fui observando concienzudamente a las personas que
iban en la marcha. Sus gritos, sus dientes sonriendo, sus caras congeladas por
el frío, sus gestos enrabietados, coreando los lemas (“Usuario, prepara el
talonario”, “Nada, nada, nada, para la privada”, “Sanidad,
Pública”).
Una verdad fundamental me fue siendo re(v/b)elada
de Neptuno a Sol.
Habíamos necesitado encerrarnos (en los Hospitales,
en los Centros de Salud) para liberarnos. La protesta no había sido un proceso
constructor, sino una purga después de muchos años en silencio, aguantando,
hasta que hemos reventado porque ya no podemos más. Era como cuando en las
fiestas de la facultad estando ya con el puntillo te tomabas entodavía otro
litro de calimocho y llegaba un momento que te se venía el ácido a la boca con
el tiempo justo como para correr hasta el lavabo y echar toda la raba (un vómito
en escopetazo, solían llamar a ésto).
Al llegar a Sol comprendí que íbamos a ganar. Nos
saldremos con la nuestra porque como dice Stefan Zweig, cuando uno es capaz de
comprender un ideal en su plenitud, cuando abraza una causa noble, es capaz de
defenderla hasta sus últimas consecuencias. Los allí reunidos hemos ido
interiorizando a lo largo de muchos años un ideal muy justo: la salud de las
personas es un bien social y humano y no puede ser considerado un producto
mercantil con el que una empresa pueda rendir cuentas a una junta de
accionistas.
Los que tenemos enfrente no sienten como suyo
aquello que defienden. Primero, porque es una causa innoble y con ningún
sustento. Hoy es ésta pero mañana es otra. Si no se puede con ésta lo intentarán
con otra. Su causa es sólo dinero, la nuestra no. El dinero es efímero. Igual
que se gana, se pierde, o se gasta. Igual que viene, se va. Hoy está aquí,
mañana allí. Hoy lo tienes, mañana no.
Pero cuando uno está convencido de que la Sanidad
Pública de gestión pública es un bien preciado que no debe ser sustituido por
una Sanidad pseudopública de gestión privada, cuando cree que hay cosas que
están muy por encima del dinero como la dignidad o la salud de los que sufren y
necesitan de los otros, no hay nada ni nadie que le pueda hacer renegar de esa
convicción.
Dentro de 3, 4, 6, 8 o 10 años (quizá de 1) nadie
se acordará ya de Ignacio González o de Lasquetty o de Patricia Flores o de
Burgueño (que no será recordado precisamente como un médico de pueblo). Pero
dentro de 4, 6, 8 o 10 años aquí seguiremos nosotros, igual que estamos hoy, con
nuestros ideales intactos, creyendo en lo mismo que creemos hoy, creyendo en lo
mismo que creíamos hace 4,6, 8 o 12 años.
Hoy todos sabemos que las ideas de estos personajes
son de plástico, que no tienen convicción alguna, que son solamente los
intereses de unos lobos que están merodeando detrás de ellos esperando el
momento de tirarse a degüello a la presa.
Nosotros tenemos convicciones muy profundas, que
son a la vez ideales, ilusiones y sueños para un futuro mejor. Solamente hay una
cosa más poderosa que una persona con profundas convicciones. Y es una persona
con convicciones justas. Esas convicciones son las que dan aliento a nuestro
trabajo del día a día y son nuestra razón de ser. Porque nuestra razón de
trabajar es nuestra razón de ser.
Nadie, ni un ejército entero, puede derrotar a una
sola de estas personas. Yo, de Neptuno a Sol, vi ayer a varios miles de
ellas.
Me sentí como nunca orgulloso de todos mis
compañeros. Me siento orgulloso de pertenecer a esta profesión y a este
colectivo. El dinero de estos días pasará.
Prefiero perder 2000 euros a vivir humillado el
resto de mi vida por estos m(i)entecatos.
Defenderé con uñas y dientes nuestra causa, hasta
el final. Hasta que retiren el Plan.
Secundaré la huelga indefinida de
AFEM.
Quiero volver a casa cuando pase todo y poder mirar
a mis pacientes a la cara y decirles: Cuando más me necesitásteis estuve ahí,
luchando por vosotros
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