jueves, 29 de noviembre de 2012

Por qué seguimos en huelga? Razones y motivos


Este escrito es de otro compañero pero lo suscribo plenamente:


Una palabra tuya bastará para sanarme: DE NEPTUNO A SOL:

Ayer, cuando saqué la bata de una bolsa de plástico y me la puse, en medio de la calle, me dí cuenta de que no la llevaba en un ámbito no la llevaba en un ámbito no profesional desde la última vez que me emborraché en las fiestas de la facultad.

En el trayecto del metro me habían entrado varias arcadas de llanto. El alma también tiene sus sensaciones nauseosas. Había visto primero, en el transbordo, a una mujer bien entrada en años que doblaba su bata cuidadosamente, a su vez colgada ésta de su antebrazo, que hacía las veces de perchero. Creo que era administrativa, porque las batas administrativas tienen una tela muy blanca, fuerte y opaca.


El hecho de haber reconocido a esta compañera entre la anónima muchedumbre de Madrid hizo que no pudiera dejar de evaluar a cada uno que me parecía un potencial asistente a la manifestación. Me iba fijando en cada detalle para ver si algo le delataba. Miraba a sus pertenencias colgantes, porque suponía que alguna de ellas debía contener la bata.


Detecté a otros huelguistas a través de las bolsas de plástico que llevaban de la mano, que dejaban (entre)ver sus atuendos profesionales. Recordé aquella escena, de las fiestas de la facultad también, en las que uno se bebía una litrona camuflada en una bolsa de plástico (que dejaba perfectamente adivinar su contenido) con el objeto de pasar desapercibido.


Durante el trayecto de Neptuno a Sol viajé desde la adolescencia a la juventud. Desde las fiestas de la facultad a la cruda realidad. Ayer bebía calimocho y hoy defendía la Sanidad Pública. Ayer llevaba la bata manchada de vino y hoy la llevaba manchada de sangre.


Me encontré a gente de la facultad, de la preparación al examen MIR, de la residencia. A enfermeras, auxiliares y celadoras. De Atención Primaria y del hospital. Vi a alguna otra gente y no me atreví a saludarla. Me quedé cortado porque nunca esperé que fueran a asistir a una manifestación de estas características. Nunca me esperé que fueran a estar contra la política sanitaria de este Gobierno Regional. Pero parecía que no sólo lo estaban, sino que además estaban dispuestos a asistir a una protesta en contra del Plan.


Hablé con algunas personas, cercanas. Me dijeron que creían que no íbamos a conseguir nada, que el Gobierno Regional no iba a retroceder en sus intenciones por nada del mundo, hiciésemos lo que hiciésemos.


Fui observando concienzudamente a las personas que iban en la marcha. Sus gritos, sus dientes sonriendo, sus caras congeladas por el frío, sus gestos enrabietados, coreando los lemas (“Usuario, prepara el talonario”, “Nada, nada, nada, para la privada”, “Sanidad, Pública”).


Una verdad fundamental me fue siendo re(v/b)elada de Neptuno a Sol.


Habíamos necesitado encerrarnos (en los Hospitales, en los Centros de Salud) para liberarnos. La protesta no había sido un proceso constructor, sino una purga después de muchos años en silencio, aguantando, hasta que hemos reventado porque ya no podemos más. Era como cuando en las fiestas de la facultad estando ya con el puntillo te tomabas entodavía otro litro de calimocho y llegaba un momento que te se venía el ácido a la boca con el tiempo justo como para correr hasta el lavabo y echar toda la raba (un vómito en escopetazo, solían llamar a ésto).


Al llegar a Sol comprendí que íbamos a ganar. Nos saldremos con la nuestra porque como dice Stefan Zweig, cuando uno es capaz de comprender un ideal en su plenitud, cuando abraza una causa noble, es capaz de defenderla hasta sus últimas consecuencias. Los allí reunidos hemos ido interiorizando a lo largo de muchos años un ideal muy justo: la salud de las personas es un bien social y humano y no puede ser considerado un producto mercantil con el que una empresa pueda rendir cuentas a una junta de accionistas.


Los que tenemos enfrente no sienten como suyo aquello que defienden. Primero, porque es una causa innoble y con ningún sustento. Hoy es ésta pero mañana es otra. Si no se puede con ésta lo intentarán con otra. Su causa es sólo dinero, la nuestra no. El dinero es efímero. Igual que se gana, se pierde, o se gasta. Igual que viene, se va. Hoy está aquí, mañana allí. Hoy lo tienes, mañana no.


Pero cuando uno está convencido de que la Sanidad Pública de gestión pública es un bien preciado que no debe ser sustituido por una Sanidad pseudopública de gestión privada, cuando cree que hay cosas que están muy por encima del dinero como la dignidad o la salud de los que sufren y necesitan de los otros, no hay nada ni nadie que le pueda hacer renegar de esa convicción.


Dentro de 3, 4, 6, 8 o 10 años (quizá de 1) nadie se acordará ya de Ignacio González o de Lasquetty o de Patricia Flores o de Burgueño (que no será recordado precisamente como un médico de pueblo). Pero dentro de 4, 6, 8 o 10 años aquí seguiremos nosotros, igual que estamos hoy, con nuestros ideales intactos, creyendo en lo mismo que creemos hoy, creyendo en lo mismo que creíamos hace 4,6, 8 o 12 años.


Hoy todos sabemos que las ideas de estos personajes son de plástico, que no tienen convicción alguna, que son solamente los intereses de unos lobos que están merodeando detrás de ellos esperando el momento de tirarse a degüello a la presa.


Nosotros tenemos convicciones muy profundas, que son a la vez ideales, ilusiones y sueños para un futuro mejor. Solamente hay una cosa más poderosa que una persona con profundas convicciones. Y es una persona con convicciones justas. Esas convicciones son las que dan aliento a nuestro trabajo del día a día y son nuestra razón de ser. Porque nuestra razón de trabajar es nuestra razón de ser.


Nadie, ni un ejército entero, puede derrotar a una sola de estas personas. Yo, de Neptuno a Sol, vi ayer a varios miles de ellas.
Me sentí como nunca orgulloso de todos mis compañeros. Me siento orgulloso de pertenecer a esta profesión y a este colectivo.

El dinero de estos días pasará.



Prefiero perder 2000 euros a vivir humillado el resto de mi vida por estos m(i)entecatos.


Defenderé con uñas y dientes nuestra causa, hasta el final. Hasta que retiren el Plan.


Secundaré la huelga indefinida de AFEM.


Quiero volver a casa cuando pase todo y poder mirar a mis pacientes a la cara y decirles: Cuando más me necesitásteis estuve ahí, luchando por vosotros

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