¿Por qué los médicos queremos ser un veintiochobarra?
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Ana Ruiz, 22/12/2012 | 12:05 h.
“Veintiocho barra” son las cifras por las que empieza cualquier número de afiliación a la Seguridad Social en la Comunidad de Madrid y en el argot médico designan a un paciente cualquiera. Los profesionales sanitarios, utilizamos este término cuando accedemos al sistema público de salud de la CM como pacientes. Es frecuente oírnos decir “a mí tratadme como si fuera un veintiochobarra”, que es la forma de decir “no hagáis excepciones, que confío en el sistema”. El sistema público de salud ha sido siempre nuestro tesoro.
En mi familia no hay médicos e hice la carrera como la mayor parte de gente de mi generación en una universidad pública, con la absoluta convicción de que cuando tuviera que acceder al examen MIR, estaría accediendo al sistema de evaluación más justo que nuestra administración ha planteado nunca. Fueran cuales fueran las diferencias en la facultad, todos sabíamos que al llegar al MIR ya no había hijos de catedráticos, ni de poderosos. El sistema de evaluación era incorruptible. Los mejores, elegían plaza en esos hospitales feos y caóticos porque nuestros “secretos” sistemas de evaluación (pacientes vistos anualmente, cirugías realizadas, publicaciones, peso en las sociedades internacionales, etc) a los que sólo accedías por transmisión oral de los residentes en formación, revelaban cuáles eran los mejores servicios de España. Cuando acababas la residencia el mejor premio era quedarte en un hospital feo y caótico. Casi nadie te entendía.
Algunos profesionales, consideramos que sólo evaluando se puede mejorar y se puede comparar. Cuando algún conocido tiene una enfermedad grave y mucho más si ésta es rara y te pide consejo, ponemos en marcha nuestra red de contactos para tratar de conocer (como cuando íbamos a ser residentes) cuál es el mejor centro, el médico más experto, el más sensato, el más amable, el más humano (dependiendo de que estemos buscando un neurocirujano o un especialista de cuidados paliativos). Porque no hay cifras públicas y nosotros sí sabemos que hay diferencias entre médicos y entre servicios y entre hospitales.
Ustedes se preguntarán, con razón, si pretendo hacerles creer que la Consejería ha puesto en marcha un plan sin hacer antes las cuentas. Yo sé que no tengo credibilidad frente al señor Consejero, pero mi respuesta es que sí. No pretendo transmitirles una convicción y mucho menos una creencia, pretendo demostrar que las cuentas no salen. Que los hospitales privados han sido este año, más caros que los públicos de su mismo nivel. Pero lo que es más dramático para mí, es que nadie está evaluando esos resultados clínicos de los que hablábamos. Cuál es la supervivencia tras atender un ictus, un infarto o tras operar un cáncer de colon. Determinados procesos requieren una inversión en estructuras (que incluye personal). De manera, que es muy difícil que yo me crea que los resultados de una UCI en que un enfermero atiende 5 pacientes van a ser superiores a aquellos procedentes de una UCI con un personal adecuado. Pero me lo creeré si me los presentan. Lo malo, es que no nos los han presentado. Hace unos días, de hecho, el señor Lasquetty contestaba a una pregunta en El Mundo diciendo que se conocería la calidad de la atención hospitalaria por el índice de reclamaciones y por el “boca a boca”. Supongo, que no es eso lo que quiso decir… Por eso, desde aquí le pido humildemente que por favor nos facilite los resultados en calidad asistencial de los centros y los comparemos. Pero, no los tienen. Como no tenían la cifra que iban a ahorrar hasta que se les exigió y se tuvieron que quedar toda la noche trabajando para calcularla. No es ningún consuelo, pensar que han montado este lío para ahorrar (¡según sus cuentas!) 200 millones de euros.
Lo que sí nos ofende y nos ofende mucho, es que el señor Lasquetty diga en cada entrevista que le hacen, que los médicos sufrimos la perversión de un sistema de funcionariado. Desde el día que mi tutor de residentes me explicó que un médico no tenía horario, yo no lo he tenido. No he aprovechado esos permisos a los que tenemos derecho. E incluso, ayer, cuando decidí hacer una jornada de huelga la hice de una forma estúpida prolongando mi jornada laboral con lo que al sueldo que pierdo se añade el trabajo no remunerado. No creo que pueda entender la superioridad moral que siento frente a usted cuando me llama irresponsable. No, señor Lasquetty, no somos irresponsables. Sólo hemos recuperado un poquito de la dignidad que llevan años quitándonos. En esta sociedad en que socialmente vales lo que cobras, valemos menos que usted. Pero sólo se lo cree usted.
El trabajo de un médico no acaba cuando llega la hora sino cuando todos los pacientes están vistos y resueltosCuando empecé la residencia (quizás conviene recordar aquí que el sistema de formación MIR se considera uno de los mejores del mundo), mi tutor de residentes nos dijo dos cosas en la primera reunión. Nos dijo que nos sorprendería el aparente caos del hospital (una de las viejas ciudades sanitarias), pero lo que más nos sorprendería es que siempre funcionaba. Luego nos dijo que no le preguntáramos el horario de un residente. El trabajo de un médico no acaba cuando llega la hora sino cuando todos los pacientes están vistos y resueltos.
En mi familia no hay médicos e hice la carrera como la mayor parte de gente de mi generación en una universidad pública, con la absoluta convicción de que cuando tuviera que acceder al examen MIR, estaría accediendo al sistema de evaluación más justo que nuestra administración ha planteado nunca. Fueran cuales fueran las diferencias en la facultad, todos sabíamos que al llegar al MIR ya no había hijos de catedráticos, ni de poderosos. El sistema de evaluación era incorruptible. Los mejores, elegían plaza en esos hospitales feos y caóticos porque nuestros “secretos” sistemas de evaluación (pacientes vistos anualmente, cirugías realizadas, publicaciones, peso en las sociedades internacionales, etc) a los que sólo accedías por transmisión oral de los residentes en formación, revelaban cuáles eran los mejores servicios de España. Cuando acababas la residencia el mejor premio era quedarte en un hospital feo y caótico. Casi nadie te entendía.
Algunos profesionales, consideramos que sólo evaluando se puede mejorar y se puede comparar. Cuando algún conocido tiene una enfermedad grave y mucho más si ésta es rara y te pide consejo, ponemos en marcha nuestra red de contactos para tratar de conocer (como cuando íbamos a ser residentes) cuál es el mejor centro, el médico más experto, el más sensato, el más amable, el más humano (dependiendo de que estemos buscando un neurocirujano o un especialista de cuidados paliativos). Porque no hay cifras públicas y nosotros sí sabemos que hay diferencias entre médicos y entre servicios y entre hospitales.
Los seis hospitales que van a privatizar no gastan más que los hospitales públicos que son de gestión privada desde su inicioDe manera que cuando se anuncia el Plan de Sostenibilidad que amenaza este sistema del que nos sentimos parte y también orgullosos, nos preguntamos por qué se hace. En tiempo de crisis, la respuesta es que se hace para ahorrar. Y nos extrañó mucho, que se planteara introducir una empresa que se va a lucrar si lo que se busca es ahorrar. Así que, un médico (no, no la oposición: un médico) buscó las cifras públicas disponibles en la red y las cuentas no salían. Los seis hospitales que van a privatizar no gastan más que los hospitales públicos que son de gestión privada desde su inicio (Valdemoro, Móstoles y Torrejón). No sólo no gastan más, sino que gastan menos (380€ frente a 584€). No sólo gastan menos que los privados sino que a día de hoy gastan menos que lo que les ofrecen pagar a las empresas privadas que los van a gestionar (380€ frente a 441€). Conviene recordar que cada € de más que calculemos mal se convierte en 1 millón de euros extra para esas empresas privadas (ya que esos hospitales cubren 1 millón de habitantes).
Ustedes se preguntarán, con razón, si pretendo hacerles creer que la Consejería ha puesto en marcha un plan sin hacer antes las cuentas. Yo sé que no tengo credibilidad frente al señor Consejero, pero mi respuesta es que sí. No pretendo transmitirles una convicción y mucho menos una creencia, pretendo demostrar que las cuentas no salen. Que los hospitales privados han sido este año, más caros que los públicos de su mismo nivel. Pero lo que es más dramático para mí, es que nadie está evaluando esos resultados clínicos de los que hablábamos. Cuál es la supervivencia tras atender un ictus, un infarto o tras operar un cáncer de colon. Determinados procesos requieren una inversión en estructuras (que incluye personal). De manera, que es muy difícil que yo me crea que los resultados de una UCI en que un enfermero atiende 5 pacientes van a ser superiores a aquellos procedentes de una UCI con un personal adecuado. Pero me lo creeré si me los presentan. Lo malo, es que no nos los han presentado. Hace unos días, de hecho, el señor Lasquetty contestaba a una pregunta en El Mundo diciendo que se conocería la calidad de la atención hospitalaria por el índice de reclamaciones y por el “boca a boca”. Supongo, que no es eso lo que quiso decir… Por eso, desde aquí le pido humildemente que por favor nos facilite los resultados en calidad asistencial de los centros y los comparemos. Pero, no los tienen. Como no tenían la cifra que iban a ahorrar hasta que se les exigió y se tuvieron que quedar toda la noche trabajando para calcularla. No es ningún consuelo, pensar que han montado este lío para ahorrar (¡según sus cuentas!) 200 millones de euros.
No nos han explicado de dónde salen esos 533 millones que quieren ahorrarLes pedimos los resultados de indicadores relevantes (no los de ahorro, que son los únicos que ellos manejan, sino los de eficacia: supervivencia, calidad de vida, etc ) porque las cifras económicas, ya las hemos revisado nosotros y hemos descubierto con asombro que no eran reales. Tampoco nos han explicado de dónde salen esos 533 millones que quieren ahorrar, ni tenemos una buena justificación para que el presupuesto de los hospitales privados aumente el año que viene un 21% (por las condiciones de los contratos), mientras que el de los hospitales públicos se recorta en un 16%. Salvo que es evidente que tienen más respeto por los empresarios que por los trabajadores del Servicio Madrileño de Salud. Pero eso sí que no nos sorprende. Con nosotros no tienen nada que perder, ¿tendrán algo que perder si no hacen lo que quieren los empresarios?.
Lo que sí nos ofende y nos ofende mucho, es que el señor Lasquetty diga en cada entrevista que le hacen, que los médicos sufrimos la perversión de un sistema de funcionariado. Desde el día que mi tutor de residentes me explicó que un médico no tenía horario, yo no lo he tenido. No he aprovechado esos permisos a los que tenemos derecho. E incluso, ayer, cuando decidí hacer una jornada de huelga la hice de una forma estúpida prolongando mi jornada laboral con lo que al sueldo que pierdo se añade el trabajo no remunerado. No creo que pueda entender la superioridad moral que siento frente a usted cuando me llama irresponsable. No, señor Lasquetty, no somos irresponsables. Sólo hemos recuperado un poquito de la dignidad que llevan años quitándonos. En esta sociedad en que socialmente vales lo que cobras, valemos menos que usted. Pero sólo se lo cree usted.
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