Ahora algo más de ciencia:
La masificación de las urgencias y las listas de espera son hechos
que, a
menudo, se citan como demostración de que el sistema sanitario
falla,
especialmente el sistema público. Buena parte de los pacientes
y los médicos
que soportan esas deficiencias creen que debería darse
mayor cabida a las
sociedades médicas con ánimo de lucro para que el
sistema fuera más eficaz.
Piensan que la eficacia del sector privado y
la búsqueda de rentabilidad
pueden ser la panacea.
¿Realmente sería ésta la solución? Si bien hay
quienes afirman con
vehemencia que las clínicas lucrativas ofrecen servicios
más eficaces
y a menor coste, la gran mayoría de los estudios
demuestran
exactamente lo contrario: los contratos con este tipo de clínicas
no
reducen ni las listas de espera ni los gastos. De los
documentos
estadounidenses se deduce también que los pacientes que se
atienden en
clínicas lucrativas tienen mayor riesgo de fallecimiento que los
que
acuden a las otras clínicas.
Fondos públicos, servicios
privados
La mayoría de datos obtenidos del estudio de la atención
sanitaria con
ánimo de lucro provienen de Estados Unidos, donde coexisten
hospitales
públicos y privados, con ánimo de lucro y sin ánimo de lucro.
Los
datos son claramente favorables a la atención no lucrativa.
Un
análisis comparativo reciente, que incluye 149 estudios y datos
clínicos
recogidos a lo largo de 20 años, ha permitido constatar la
eficacia de estos
centros sanitarios en relación con los lucrativos,
desde el punto de vista de
la accesibilidad, calidad y rentabilidad.
Los investigadores analizaron seis
tipos de instituciones: hospitales,
residencias de ancianos, organismos de
atención sanitaria integral
(HMO), hospicios, centros de diálisis y
psiquiátricos. En resumen: 88
estudios constataron que los centros sin ánimo
de lucro obtuvieron un
mayor rendimiento mientras que 43 consiguieron el
mismo nivel. Sólo 18
estudios demostraron que los centros lucrativos tenían
mejores
resultados (1). Las diferencias son particularmente claras en el
caso
de los hospitales psiquiátricos: de 17 estudios, sólo uno llegó a
la
conclusión de que los centros lucrativos son más eficaces (2).
Los
investigadores estadounidenses también examinaron lo que sucede
cuando
los gobiernos contratan hospitales con fines lucrativos para que
se
encarguen de proporcionar servicios médicos. A partir de datos
del
programa federal Medicare, descubrieron que los gastos en el sector
de
la salud aumentan más rápidamente en los colectivos atendidos
en
hospitales con ánimo de lucro que en los atendidos en hospitales
no
lucrativos (3).
Entre 1990 y 1994, los hospitales con ánimo de
lucro cobraban unos
8.115 dólares por cada paciente hospitalizado, mientras
que los
hospitales no lucrativos facturaban 7.490 dólares. Por otra parte,
los
primeros tuvieron un gasto administrativo mucho más elevado
por
paciente y día (4). En algunos casos, incluso se ve afectada la
salud
de los pacientes. En efecto, los estudios revelan que, en
Estados
Unidos, la calidad de los cuidados es mejor en el sistema no
lucrativo
ya que registra mejores tasas de inmunización, de realización
de
mamografías y de otros servicios preventivos (5). Un buen ejemplo
de
ello lo constituyen la diálisis y los trasplantes de riñón, que
son
financiados por el seguro médico pero realizados en centros
de
diálisis tanto lucrativos como no lucrativos. Un reciente
análisis
sistemático que incluyó 500.000 pacientes en diálisis
controlados
durante un año, demostró que los pacientes tratados en
centros
lucrativos tienen mayor probabilidad de morir que los tratados
en
centros sin ánimo de lucro. Si se extrapola el dato a todos
los
estadounidenses dializados, se deduce que, hasta 2.500
muertes
prematuras podrían achacarse al tratamiento en centros lucrativos
(6).
Por otra parte, las personas tratadas en clínicas de este tipo
tienen
menor probabilidad de ser derivados para transplante renal
(7).
Aunque cada vez hay más evidencia, algunos analistas
canadienses
siguen cuestionando la pertinencia de aplicar los
datos
estadounidenses a la política de Canadá, a causa de las
diferencias
entre los dos sistemas respecto a la adquisición, financiación
y
prestación de servicios (8). Sin embargo, las pruebas a favor de
la
atención no lucrativa se remontan a unos veinte años atrás y el
sector
estadounidense de atención lucrativa ha sufrido muchos cambios
durante
ese período, por lo que se demuestra que la tasa de mortalidad de
los
centros lucrativos estadounidenses es mayor, con independencia
del
sistema administrativo existente (9).
Un sistema mixto
Los
partidarios de la sanidad lucrativa a menudo acusan a Canadá de
tener un
sistema « de pago único », contrario a los intereses de la
empresa privada.
Sin embargo, ya existen en Canadá establecimientos
con ánimo de lucro como,
por ejemplo, centros de diagnóstico,
laboratorios y otros servicios privados
que, como algunos afirman,
acortarían los tiempos de espera.
Algunas
provincias permiten a su personal, sobre todo a los médicos,
que trabajen al
tiempo en el sistema público y en el privado. Por
ejemplo, las provincias de
Manitoba y Alberta tienen un sistema mixto
para intervenciones de cataratas,
que se pueden realizar tanto en
centros públicos como privados. En ambas
provincias, los pacientes se
vieron obligados a pagar más por gafas de
calidad y por ciertos gastos
de hospitalización, hasta el punto de que los
gobiernos tuvieron que
aprobar leyes que eliminaran la facturación adicional.
En la
actualidad, los sistemas sanitarios de esas provincias asumen
la
totalidad del coste del tratamiento (10,12). La coexistencia
de
prestaciones tiene un problema: el riesgo de que se desvíen
los
recursos del sistema público hacia el privado. Como los médicos y
los
enfermeros no pueden estar en dos sitios a la vez, cuantos
más
servicios presten en el sector privado, menos podrán ofrecer en
el
sector público (13), lo que aumentaría aún más las listas de espera
en
el público. En efecto, aunque los cirujanos de oftalmología de
Alberta
y Manitoba no descuiden a sus pacientes del sector público
para
atender a los del privado, la demora para intervenciones de
cataratas
de los cirujanos que trabajan en los dos sectores será mayor que la
de
los que trabajan solamente en el sistema público.
Si bien la
vocación de los médicos que trabajan en clínicas con ánimo
de lucro es la de
curar enfermos, sus propietarios y gestores también
quieren obtener
beneficios económicos. Los objetivos pueden
colisionar, a veces incluso en
detrimento de los pacientes. Como
afirma Robert Evans, economista de la salud
de la Universidad de
Columbia Británica: « el interés por conseguir
rentabilidad es el
mismo en cualquier parte »
(13).
Referencias
(1) Vaillancourt Rosenau P and Linder SH. 2003.
“Two decades of
research comparing for-profit and nonprofit health
provider
performance in the United States.” Social Science Quarterly;
84(2):
219-241.
(2) Vaillancourt Rosenau P and Linder SH. 2003. “A
comparison of the
performance of for-profit and onprofit U.S. psychiatric
inpatient care
providers since 1980.” Psychiatric Services; 54(2):
183-187.
(3) Silverman EM et al. 1999. “The association between
for-profit
hospital ownership and increased medicare spending.” New
England
Journal of Medicine; 341(6): 1523-1528.
(4) Woolhandler S and
Himmelstein DU. 1997. “Costs of care and
administration at for-profit and
other hospitals in the United
States.” New England Journal of Medicine;
336(11): 769-774.
(5) Himmelstein DU et al. 1999. “Quality of care in
investor-owned vs.
non-profit HMOs.” Journal of the American Medical
Association; 282(2):
159-163.
(6) Devereaux PJ et al. 2002. “Comparison of
mortality between private
for-profit and private not-for-profit hemodialysis
centers: a
systematic review and meta-analysis.” Journal of the American
Medical
Association; 288(19): 2449-2457.
(7) Garg PP et al. 1999. “Effect
of the ownership of dialysis
facilities on patients’ survival and referral
for transplantation.”
New England Journal of Medicine; 341(22):
1653-1660.
(8) Currie G et al. 2003. “What does Canada profit from the
for-profit
debate in health care?” Canadian Public Policy; 29(2):
227-251.
(9) Devereaux PJ et al. 2002. “A systematic review and
meta-analysis
of studies comparing mortality rates of private for-profit and
private
not-for-profit hospitals.” Canadian Medical Association
Journal;
166(11): 1399-1406.
(10) Armstrong WL. 2000. “The consumer
experience with cataract
surgery and private clinics in Alberta.” Consumers’
Association of
Canada.
(11) DeCoster C et al. 1998. “Surgical waiting
times in Manitoba.”
Manitoba Centre for Health Policy.
(12) DeCoster C et
al. 2000. “Waiting times for surgery: 1997/98 and
1998/99 Update.” Manitoba
Centre for Health Policy.
(13) Evans RG et al. 2000. “Private highway,
one-way street: the
Deklein and fall of Canadian medicare?” Centre for Health
Services and
Policy Research; Health Policy Research Unit paper
2000:3D.
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Publicado inicialmente en marzo del 2002.
Revisado y aumentado en
marzo del 2004.
Traducido del francés en mayo del
2008 por Carlos Conca para CAS
Madrid, con la autorización del Canadian
Health Services Research
Foundation.
© FCRSS 2004
http://www.chsrf.ca/mythbusters/html/myth13_f.php
http://www.casmadrid.org/index.php?idsecc=documentos&id=83&titulo=DOCUMENTOS
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